¿Cristina Kirchner está en control?

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Cristina Kirchner
Cristina Kirchner, vicepresidenta

“Cuentos fantásticos” (2009) de Ludwing Tieck es una novela que le permite al autor introducirse en la psique de los personajes mostrando sus lados más oscuros y cómo irrumpen en la vida cotidiana del ser humano con consecuencias catastróficas. Cristina por ahora no escribe novelas, su prosa pasa por hablar siempre de ella misma. Abusa de Twitter como lienzo para perpetrar sus ataques. Su nuevo “hit” fue un video: De la Corte ejemplar a la Corte de los cuatro: breve crónica de la decadencia, una aberración hacerlo justo cuando la economía del país está a punto de estallar. En un acto de supina irresponsabilidad institucional la vicepresidenta atacó directamente a uno de los poderes del Estado en una actitud rayana en la ilegalidad, que al mismo tiempo revela sus miedos más profundos.

Mientras el país se recalienta, Alberto y Batakis no aciertan con las medidas, Cristina calla y se esconde, intentando quedar ajena a los problemas. Como lo dijo un Grabois dispuesto a dejar su sangre en la calle: “Esto no da para más” (al tiempo que la portavoz se anotaba para participar en el sorteo de un juguete sexual). Evidencia que poco o nada le importan los problemas de los argentinos. Cerca de cumplir siete décadas se enfrenta a uno de sus peores y más oscuros momentos del ocaso, al igual que a todos los que alguna vez llegaron a la cima del poder. La vida de riquezas y privilegios que goza fue, y sigue siendo, producto de su paso por el Estado. Dos veces mandataria y actual vicepresidenta, ejerce de hecho el Poder Ejecutivo ya que Alberto fue relegado a la figura de presidente testimonial por más discursos que siga dando. Disfruta del poder, sabe que puede revolear ministros a su antojo, al mismo tiempo que reta a una locutora porque le dijo “excelentísima”.

Recurrí a un querido amigo y prestigioso psiquiatra para encontrar alguna explicación a las conductas de Fernández de Kirchner, esas que evidencia atacando a otro poder del Estado en medio de una de las mayores crisis económicas del país. Su capacidad de dañar no es la consecuencia de un acto dirigido hacia otro fin, es un acto que busca causar un perjuicio, en particular a todo aquel que no se le somete, lo que dejó en claro con la renuncia masiva de funcionarios tras perder las PASO o las cartas y los tuits con los que ataca quien se interponga en su camino, como ya hizo con Alberto, o esta semana con la Corte. Busca centrar siempre la atención de los demás sobre su persona. Necesita ser admirada. Con su último stand up no tuvo suerte, la renuncia de Guzmán le quitó centralidad y su reciente video, a poco de salir, quedó enterrado por la actual suba del dólar.

Pero la característica más preocupante de quien define, por ahora, el destino de los argentinos, es que estamos en manos de alguien que presentaría ciertos rasgos propios de una psicópata. Es manipuladora. Miente o fabula para sostener su relato, es irresponsable para con los demás, no le importan las consecuencias de lo que hace o dice, demostrando nula empatía con el sufrimiento del pueblo, incapaz de arrepentirse de sus actos y sumergida en sus problemáticas legales -como lo demuestra con sus ataques al Poder Judicial-. En resumen, una personalidad destructiva, sin control externo ni interno que nos deja al borde de la anarquía social e institucional, lo que en parte se ve corroborado por su actual silencio, ocultándose en pleno estallido de la economía.

A partir de la desaparición de su esposo en adelante, Cristina se desmoronó estrepitosamente desde su pico, cuando ganó la presidencia con el 54% de los votos. Todo lo que siguió fue un tobogán cuesta abajo hasta la actualidad, que la encuentra por el piso. El problema es que nos arrastró en esa caída. En el camino tomó la peor decisión de todas: postular a Alberto. Cristina ya ha reconocido en privado lo que todos sabemos en público, fue su mayor error y lo está pagando caro. Alberto cuando aceptó, también cometió su más grave equívoco, será recordado por la historia como el peor presidente de la democracia y un títere de su vicepresidenta, algo que su propio inconsciente ya le hizo admitir en una entrevista radial en febrero de 2022: “Tengo la suerte de ser el vicepresidente de la vicepresidenta”.

Cristina hace silencio cuando la economía estalla, se esconde. La inflación amenaza con llegar a los tres dígitos este año, en un hecho que por sí mismo podría empujar y movilizar las protestas sociales que ya se están empezando a sentir, cada vez, con más fuerza. El riesgo país sigue por las nubes. El precio del dólar no deja de subir. Pasó de sesenta y cinco pesos al inicio de la presidencia de Alberto al valor actual. Ese salto gigantesco equivale al también grandísimo retroceso que tuvo la calidad de vida de los argentinos donde ya falta todo tipo de productos, no hay precios de referencia para el consumo y se evidencian preocupantes signos de enojo en la sociedad. El gobierno imprimió tantos billetes que hoy nuestra moneda es usada como papel picado en las tribunas de fútbol por los hinchas brasileños como una forma de burla que pone al descubierto la estrepitosa caída del peso a consecuencia de los gravísimos errores de gestión de un presidente al que el traje siempre le quedó demasiado grande y una vicepresidente a la que solo le interesa su impunidad.

Vivimos en tiempos de la dictadura del instante. Somos prisioneros de un cortoplacismo crónico y patológico de un gobierno desarticulado y sin rumbo. En medio de todo ese caos, Cristina intenta construir una nueva versión de su relato, donde ahora la Corte es el blanco principal de sus ataques porque es lo que más teme. Busca desesperadamente horadar a otro poder del estado en una actitud de desestabilización institucional que bien podría ser analizada como pasible de sanciones en tanto que por su cargo -vicepresidenta- si afirma que los vocales del máximo tribunal son funcionales a otros intereses que no sean los de impartir justicia “tiene” la obligación legal de denunciarlo, caso contrario, son solo palabras tiradas al viento que buscan anticiparse a una catástrofe personal que ella avizora como altamente probable. Es la contracara de los dichos de Aldo Rico convocando a sus camaradas a estar atentos. Tan reprochable una conducta como la otra. La causa de Vialidad tiene previsto el debate oral a partir del 9 de agosto. La sentencia podría llegar a fin de año o en los primeros meses de 2023. Su camino hacia el ocaso ¿en qué puede terminar? En una condena. Su miedo más terrible y el que no la deja dormir en paz.

Cabe recordar que Cristina es una gran autora de relatos fantásticos, como cuando dijo ante la ONU en 2014: “Ahora es el ISIS, este nuevo engendro que aparece degollando gente por televisión en verdaderas puestas en escena que uno se pregunta cómo, desde dónde. Me he tornado absolutamente desconfiada de todo. Las cosas que pasan en televisión en esas series que tanto nos entretienen son pequeñas ficciones al lado de la realidad que tenemos que vivir como mundo”. Es la misma Cristina que hoy ataca irresponsablemente a la Corte con un nuevo relato fantástico producto de una mente compleja y desbordada por sus temores más oscuros, mientras el país arde a punto de estallar, como lo afirmó un duro editorial de Financial Times esta semana: “Argentina debería estar en auge. La nación sudamericana se asienta sobre algunas de las reservas de gas y petróleo de esquisto más grande del mundo. Tiene un sector tecnológico vibrante y generó el gigante de comercio electrónico más exitoso de la región. Es uno de los principales exportadores internacionales de granos y posee abundantes reservas de litio en un momento en que la demanda de ambos se ha disparado debido a la guerra de Ucrania y al impulso mundial por la electrificación. Sin embargo, Argentina, se tambalea hacia uno de sus colapsos periódicos”.

Cristina encabeza un gobierno permanentemente superado por la realidad mientras acelera rumbo al abismo. Dejo una pregunta para la cual no tengo respuesta: ¿Cuánto daño más está dispuesta a causar?

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