
—¿Qué opina sobre la falta de diálogo entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner?
—La realidad personal entre Alberto y Cristina es un tema que desconozco. Lo cierto es que son discusiones públicas que dañan el proyecto en general y deja en evidencia la necesidad de encontrar mecanismos de funcionamiento interno que fortalezcan el Frente de Todos. Necesitamos procesar los debates de manera tal de salir fortalecidos y desde la unidad y mecanismos de discusión interna que nos permitan construir de cara al futuro un país más justo.
El que habla, el que critica, el que cuestiona las diferencias públicas entre el Jefe de Estado y la Vicepresidenta de la Nación es Daniel Menéndez, el coordinador nacional de Barrios de Pie, uno de los principales movimientos sociales que, junto al Evita, no duda en respaldar de manera abierta al Presidente ante las tensiones internas que generó el debate parlamentario por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), como las del diputado Máximo Kirchner, que renunció a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara baja. O la carta venenosa de la ex mandataria reclamando cambios en el gabinete nacional después de la derrota electoral en las elecciones legislativas Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).

—¿Comparte la decisión de Cristina Kirchner de abandonar la presidencia de la sesión antes de la votación del acuerdo con el FMI?
—Como se venían dando las declaraciones y los debates, podía suponer ese desenlace en el Congreso. Es tiempo de dar vuelta la página y sostenernos en nuestros acuerdos. En frente tenemos a los sectores concentrados formadores de precios y expresiones de la derecha que le van a hacer mucho daño a nuestro pueblo. En ese marco tenemos la responsabilidad de encontrar mecanismos de debate interno al interior del Frente de Todos y sostener la unidad del espacio que nos permita transitar este tiempo.
—¿Por qué razón organizaciones sociales como Somos Barrios de Pie y el Movimiento Evita apoyaron el acuerdo del Gobierno con el FMI? Hay espacios sociales, dentro del propio Frente de Todos, como el MTE de Juan Grabois, que aseguran que generará desempleo y reducción de las partidas destinadas a planes sociales.
—Valoramos que se haya llegado a este acuerdo con el Fondo en el contexto de extrema debilidad macroeconómica de nuestro país sumado a la complejidad de la situación internacional y a las dificultades históricas que siempre tienen las exigencias del FMI. No se puede realizar un análisis serio sin partir de esta base. Tenemos claro que el Fondo Monetario exige siempre un programa económico que genera mayores dificultades sociales. Había que discutir con firmeza, no ceder a aspectos claves, como no avanzar en ajustes ni reformas estructurales. Y eso se logró, sobre todo, a partir de la denuncia permanente que se hizo durante todo el proceso de negociación en foros internacionales donde se reveló la forma en que se tomó la deuda a tal punto que hasta el Fondo debió reconocer su ilegitimidad. Como dice el presidente Alberto Fernández: esto nos permite transitar hacia una Argentina donde es posible garantizar el crecimiento sin restringir las partidas en educación, políticas sociales, salud, ciencia y tecnología y obra pública. Pero ningún análisis puede hacerse escindido de los términos en el que fue pactado el acuerdo que Mauricio Macri hizo con el Fondo. El problema no se limita a términos del pago o no pago de una deuda espuria, esto se trata de la permanente lucha política que será dada mes a mes todos los años durante las próximas generaciones con un Fondo Monetario que quiere disminuir los márgenes de nuestra soberanía nacional.

—¿Cómo califica las posiciones mucho más extremas y críticas de Juan Grabois? Él no es tan optimista como usted, en la cuestión del Fondo opina igual que Máximo Kirchner y La Cámpora
—Grabois es coherente con lo que viene planteando y lo expresa con claridad. Más allá de que en este punto no tengamos una mirada común, se trata de un dirigente social con mucho para aportar desde la coherencia y el debate. Y esté seguro: podemos encontrar puntos que nos unan de cara a los desafíos que tiene el Frente de Todos y nuestra patria. La Cámpora tiene sus posiciones políticas y nosotros las nuestras. La historia dice que, cuando nos dividimos, el que perdió fue el pueblo. Y esa lección la aprendimos. Entiendo que el chimento de la interna en off o la crítica al otro son moneda corriente y más aún en los medios, pero eso es barro y chiquitaje. Tenemos grandes desafíos por delante. Debemos mantenernos unidos, recrear la confianza, tender puentes, pensar el futuro en las buenas y en las malas. Si logramos resolver eso, estaremos a la altura de la Patria. Primero la Argentina, más que nunca. El pueblo no puede esperar, es ahora, tenemos que aprovechar esta oportunidad.
—¿Cree realmente que la situación socioeconómica va a mejorar después de este acuerdo?
—Atravesamos un contexto de enorme debilidad producto de la deuda impagable que dejó el gobierno de Mauricio Macri y las dificultades para crecer que se vienen arrastrando. En ese sentido, la negociación y la posibilidad de postergar los pagos del Fondo abre la posibilidad para que la Argentina impulse su crecimiento y de que a partir de ese crecimiento pueda reparar salarios y mejorar los ingresos, sobre todo, de los hogares populares: potenciar un proceso de políticas sociales atado al desarrollo de la economía popular. Trabajamos para estar a la altura de sostener políticas públicas, productivas, sociales y económicas, que vigoricen el mercado interno. Se abre una perspectiva de mejora en la Argentina, pero la situación es inviable si no resolvemos el problema dramático de la pobreza y no avanzamos en una estrategia inclusiva que es nuestra tarea histórica. En eso trabajo todo el tiempo, para hacerla presente en la agenda del Frente de Todos y en la discusión pública.

Menéndez forma parte del aparato del Estado: es el subsecretario de Promoción de la Economía Social y Desarrollo local, un área estratégica que depende del ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a cargo de Juan Zabaleta.
Hasta la llegada de Fernández a la Casa Rosada, el dirigente social cuestionaba al Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, ahora, él, junto a otros referentes populares, como Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, y Esteban Castro, secretario general de la poderosa Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), no duda en apoyar y celebrar el acuerdo logrado por Balcarce 50 con el organismo de crédito.
—Con la aprobación del acuerdo en el Congreso, ¿qué escenario se les abre a los espacios sociales?
—Se abre espacio y tiempo para la sociedad en su conjunto, no sólo para nuestra fuerza política o para los movimientos sociales. Es clave ampliar la mirada, ubicarnos en el contexto. El acuerdo con el Fondo nos da previsibilidad que debe traducirse en una inminente mejora de la actividad económica. Los niveles de inflación que hay en la Argentina son el talón de Aquiles de la política social.
—Sí, la inflación parece imparable, al menos con las actuales políticas económicas.
—Estamos avanzando con una agenda que nos permite bajar los niveles de inflación y, sobre todo, los precios de los alimentos. Este es el debate que debemos abrir en la Argentina. Porque no alcanza con resolver los problemas inmediatos que impactan dramáticamente en la coyuntura; el debate también debe darse respecto de cómo vamos a afrontar la deuda que se reestructuró y sobre cómo vamos a resolver los problemas sociales que son la deuda real de la Argentina. Por eso es indispensable avanzar en una discusión sobre la regresividad del sistema impositivo. Para nosotros era clave llegar a un acuerdo con el Fondo, pero también precisar quién se hará cargo del costo de ese acuerdo.
—¿Y quiénes se van a hacer cargo del acuerdo?
—Hay que explicitar que el peso de la deuda debe recaer sobre los que más tienen y, ante todo, sobre quienes la fugaron. Por eso es imprescindible desacoplar los precios de alimentos del mercado interno respecto de los valores de exportación que subieron a partir de la guerra (se refiere a la invasión de Rusia a Ucrania). También hay que avanzar en aspectos claves como gravar a la riqueza. Hay una renta, un excedente por exportación que debe gravarse para construir un país mejor, más desarrollado en términos industriales y que distribuya, a partir de un Estado presente, menguando las inequidades que existen en nuestra estructura social. Esa es la agenda que se viene después del acuerdo, una discusión sobre la riqueza en la Argentina y sobre avances en términos de mejores niveles de igualdad.
—¿Está de acuerdo con aplicar mayores retenciones al campo?
—¡Absolutamente! Tenemos que entender que el problema de la Argentina es la desigualdad. El contexto de la guerra en Ucrania marca la necesidad de desacoplar los precios internos del crecimiento de las commodities. Es una tarea absolutamente impostergable. Sin poner en discusión esa situación, es inviable cualquier posibilidad de un proyecto popular y autónomo. La coyuntura las demanda, no son para siempre, son herramientas puntuales para una realidad puntual.

—¿Cree que el Gobierno podrá revertir la desconfianza sobre su gestión?
—Se abre una nueva etapa en la Argentina, el Frente de Todos en el gobierno tiene que retomar el acuerdo electoral y desde ahí hacerse fuerte. Unirse en una mirada de país. La militancia popular es la alternativa para que no vuelvan gobiernos que deterioran el aparato productivo y el ingreso de los sectores populares. En ese sentido, tenemos que ser realistas, pero optimistas a la vez. Hay dificultades sociales y tenemos que pelear fuertemente contra los niveles de inflación que existen y mejorar con urgencia los ingresos de los trabajadores. Porque si encaminamos una mejora de la situación social en la Argentina, nuestro pueblo nos va a acompañar, nuestra sociedad va a tener un voto de confianza y eso nos va a permitir construir un horizonte posible desde donde sostener al gobierno. Para recuperar a la Argentina que nos dejó Macri necesitamos 20 años de gobiernos populares que pongan en agenda la producción, el trabajo y la mejora del poder adquisitivo de los sectores populares. Vamos a resolver los problemas de nuestro pueblo. Es desde ese convencimiento que nace el optimismo y la convicción de, en la Argentina, que hay gobierno popular para rato.
Daniel Menéndez es enfático cuando habla. No duda en trazar una gruesa línea entre dirigentes como Máximo Kirchner y Grabois, sobre quien destaca su coherencia. “La historia dice que cuando nos dividimos el que perdió fue el pueblo”, asegura y aventura no cuatro, sino “20 años de gobiernos populares”.
—¿A quién perjudica y a quién beneficia las internas dentro del Frente de Todos?
—Beneficia al neoliberalismo, al mercado sin moral, a la derecha impune, a los que no quieren transformar nada para que siga todo igual y poder seguir acumulando riqueza obscena. Perjudica a la coalición de gobierno y a la sociedad que ve en ella una alternativa para el desarrollo con inclusión. Por eso, debemos repensarnos, estamos a tiempo de mejorar el funcionamiento de la coalición, que como ya lo han dicho varios actores, debe buscar mecanismos para saldar las diferencias y fortalecer la institucionalidad. Está claro que, al menos nosotros, partimos de una premisa que ordena nuestro accionar político. Es cierto que este proceso tiene dificultades y límites, pero, aún con desaciertos, el gobierno del Frente de Todos es siempre absolutamente mejor que un gobierno neoliberal y de derecha. Por lo que está en juego en la Argentina, el desafío es consolidar un proceso de largo aliento. Donde el proyecto nacional tenga músculo para bancar las tensiones. Entre las dos miradas que expresan las grandes coaliciones, una que está en torno a la producción y el trabajo, y otra que está en torno a la especulación y a la desindustrialización. Una que promueve las paritarias y el desarrollo del trabajo y otra que quiere salarios bajos y un esquema de flexibilización y precarización cada vez más trágico. Una que busca un vínculo con el mundo desde la integración latinoamericana y la multipolaridad en política exterior y otra cuya centralidad está puesta en una integración asentada en la funcionalidad a los intereses norteamericanos. Es obligación del campo nacional y popular salir de esta coyuntura, apoyándonos en los puntos de acuerdo para reconstruir la Argentina.

—¿El voto negativo de Máximo Kirchner y de diputados camporistas los posiciona mejor a ustedes dentro del espacio gobernante?
—Logramos reunir los votos necesarios para sacar el acuerdo, tenemos una mirada más abarcativa de la historia. Nosotros, obviamente, tenemos coincidencias con Máximo y con La Cámpora y, en líneas generales, con todo lo que ponga a los asalariados y a los sectores más vulnerables como prioridad. Pero el hecho de coincidir en ese paradigma no implica desconocer una gran realidad: para nosotros las consecuencias de no acordar con el FMI se traducirían en corridas cambiarias, devaluación de la moneda y restricciones económicas que redundarían en más inflación y más pobreza. Ahora tenemos el enorme desafío, como gobierno y como Frente de Todos, de construir un escenario de mejora social.
—No me respondió si el Evita y Barrios de Pie quedan mejor posicionados dentro de la coalición gobernante.
—No es algo que me preocupe. Estamos convencidos de que la suerte del Frente de Todos es que le vaya bien al Frente de Todos. La única posibilidad que tienen los sectores populares de tener un horizonte de progreso es el Frente de Todos.
—¿Qué partidas presupuestarias aumentaron en el ministerio de Desarrollo Social? ¿O no aumentó ninguna y se mantiene igual a las del año pasado?
—Nosotros estamos convencidos, y tenemos el compromiso del Presidente de que no se comprometerá ninguna política del Ministerio de Desarrollo Social. Trabajamos a diario con miles de compañeros y compañeras con el objetivo de que la política social sea un pasaje hacia el desarrollo de la economía popular para empalmar un escenario de avance en una política social que surja desde la producción y no desde la asistencia. La Argentina empieza a tener condiciones para poder enlazar la política social con la política productiva que propicie la generación de más y más trabajo.

—¿El tratamiento de ley por el acuerdo con el FMI generó tensiones dentro de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, donde están contenidos dirigentes críticos como Grabois y el diputado Juan Carlos Alderete, el líder de la CCC que se manifestó en la calle contra el acuerdo?
—Dentro de UTEP hay distintos sectores que se vieron cruzados por esta discusión. Obviamente, como en el conjunto del campo popular, hubo variedad de opiniones. Me parece que hoy la UTEP tiene un rol central y, pasada esta coyuntura, nuestra tarea es fortalecernos y poner a la UTEP en un rol protagónico que permita robustecer la economía popular y pelear para que la voz de nuestra economía popular esté presente en el debate público y en la calle. Podemos discutir acaloradamente entre nosotros, pero no confundimos al adversario.