Los tres hermanitos que eran torturados por su padrastro, ahora preso en el penal de Chimbas

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Uno de los chicos contó: “a mí me pegaba más. Nos pegaba con una varilla con un rebenque de alambre”. El hermano del medio, relató: “ese hombre antes era bueno, ahora se puso malo… Él siempre nos pegaba… gritaba. Decía malas palabras, insultaba… le pegaba a la ventana, le pegaba a la puerta, nos asustaba». El más pequeño agregó: «nos pega. Él tiene un cinto de alambre. Mi hermano tiene un moretón y a él le pegaba más. Un día llenó un balde con agua y le metió la cabeza ahí adentro”.

Esos son algunos de las torturas que sufrían tres niños de 13, 11 y 9 años por parte de su padrastro, que los castigaba supuestamente por “portarse mal”. El tío de los niños denunció el estremecedor caso de maltrato infantil en noviembre del año pasado y actualmente el agresor se encuentra preso. La jueza Ana Carolina Parra, del Segundo Juzgado Correccional, dispuso el procesamiento del sujeto, un changarin identificado como Pedro Alberto Ramos Figueroa (32), y lo envió al penal de Chimbas. Si bien lo acusa del delito de lesiones leves, la magistrada entendió que tener en libertad a este hombre ponía en riesgo a los niños y era peligroso por si repetía su accionar.

Los padres de los chicos están separados. A mediados del 2020, la mamá formó pareja con Ramos Figueroa y se fue a vivir al domicilio de éste en la calle Alfonso XIII, entre 8 y 9, en Pocito. La mujer se llevó a sus tres hijos varones, de 13, 11 y 9 años, y a su beba. Los chicos declararon que, en principio, el hombre parecía bueno, pero con el tiempo empezó mostrar su lado violento.

Los niños no pudieron detallar fechas exactas, pero sus testimonios fueron más que elocuentes. Los primeros días de noviembre último, su tío los fue a buscar para llevarlo a la casa de su papá. Y los notó callados y con miedo. Luego de algunas preguntas, los niños contaron que vivían una pesadilla con su padrastro por los constantes castigos y que su madre consentía todo.

El más grande de los chicos recordó que la última paliza había sido una semana atrás.  Y que le pegó con un rebenque con alambres, incluso le mostró las heridas en las piernas y brazos. Los niños contaron que, cuando se enojaba con los tres, los obligaba a hacer de 30 a 50 lagartijas y les hacía acarrear baldes con ripio y arena mientras lo miraba y los insultaba. Recordaron que, en una ocasión, el hermano mayor se cansó y Ramos Figueroa le dio otro castigo peor: lo tomó del cuello y metió su cabeza en un balde de agua. El más chico contó que su hermano casi se ahogó y sintió puntadas en el pecho.

Agregaron que el maltrato era físico y psicológico. El hombre supuestamente dibujaba sobre los cuerpos de los chicos figuras de cruces y un diablo fumando y les aseguraba que se los tatuaría. Los asustaba diciéndoles que los encerraría en una cueva en el campo y los dejaría allí de lunes a viernes. Les hacía participar del “Juego de la Copa” o los amenazaba señalando que, en el futuro, “ustedes me van a traer plata y si no van a salir a la ruta con la cartera», según datos de la causa.

Los testimonios de los tres hermanitos en Cámara Gesell fueron conmovedores y por demás creíbles. Un médico legista constató las heridas en el mayor de los niños. Con todo esto, la jueza Ana Carolina Parra del Segundo Juzgado Correccional reunió pruebas suficientes, más los testigos, para procesar a Pedro Alberto Ramos Figueroa y mandarlo al penal de Chimbas.